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Silvestre y urbana

Actualizado: 24 jul


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Así comenzó todo


Me ha entrado la nostalgia y he retrocedido en el tiempo para retomar la escritura. Últimamente estoy muy reflexiva acerca de la forma en que quiero comunicarme con mi audiencia y lo que tengo clarísimo es que no quiero dejarme llevar por las tendencias, sino respetar mi estilo personal, escuchar mi intuición y lo que me provoca. Así que aquí estoy, nuevamente escribiendo en el blog.


Quiero contarles que comienzo una serie de publicaciones acerca de la fauna silvestre urbana de Lima recordando un poco mi proceso de acercamiento a los animales silvestres que viven en mi ciudad, la gris.


Quizás mi capacidad de asombro está muy relacionada con esta búsqueda constante de naturaleza en un entorno donde lo que prima es el cemento.


El responsable de todo esto


Ya les he contado que un día compré un libro que me estaba esperando encima de la estantería de una de mis librerías favoritas. El título me encantó; prácticamente me aseguraba que la lectura que vendría estaría llena de disfrute, y así fue. Les estoy hablando de Darwin viene a la ciudad. La evolución de las especies urbanas. Y no me equivoqué. Fue una lectura que me provocó mucha reflexión acerca de mi relación con la naturaleza que me rodea, a pesar de vivir en una ciudad. Gratamente, me ayudó a reconocerme como una buena observadora. De hecho, en conversaciones con amigos, frecuentemente, les señalo animales, les menciono sus nombres, sus estilos de vida, lo que comen, cómo suenan o qué hacen, y me doy cuenta de que soy parte de esa minoría que presta atención a la vida silvestre que la rodea. También me hace pensar en que la mayoría de personas que conozco, muy urbanas ellas, no se detienen a contemplarla o simplemente la ven, pero a la vez no la ven. Y no creo que sea algo malo; simplemente creo que es algo comprensible y que ocurre cuando se vive en un lugar que nos hace andar a un ritmo muy apurado.


Esta lectura me hecho evocar a mis animales silvestres limeños favoritos: a los que siempre observo, los que siempre me dejan preguntas y con los que siempre converso. Las ardillas de nuca blanca que caminan como equilibristas de circo por los cables de luz; los gavilanes acanelados que se esconden en las copas de los árboles altos y chillan de esa forma tan especial e inimitable; los gallinazos que juegan a la ronda en el cielo, planeando de a cinco; y las mariposas monarcas que veo y recuerdo desde que soy niña, y que hoy están en peligro de extinción.


De la observación a la pregunta


Mis sencillas y básicas observaciones de estas especies me acompañan desde hace muchos años y se han ido convirtiendo en saber conforme aparecían preguntas que se hacían cada vez más complejas. Me han invitado a buscar, investigar y a leer hermosos libros sobre seres vivos y comunidades, y hasta me han hecho pensar que, algún día, me gustaría estudiar biología.


Esta suerte de carta que les escribo para presentarles parte de la fauna silvestre de Lima es el inicio de una serie de publicaciones donde compartiré con ustedes lo que voy aprendiendo por interés genuino. Quiero que quede claro que no soy una experta en el tema; simplemente soy una persona curiosa que disfruta mucho de compartir sus procesos de aprendizaje con los demás. Me encanta hacerlo para generar auténticas conversaciones y fortalecer una comunidad que se va formando de manera orgánica y natural, con personas que tenemos el mismo deseo e interés por aprender con asombro de la naturaleza.


Aún no estoy segura por qué animal comenzaré aunque un primer impulso me inclina a elegir los gallinazos. Mientras decido, nos vemos en las stories.


Cariños y abrazos,

Bea.

 
 
 

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